miércoles, 3 de diciembre de 2008

“Donde hay comunicación, siempre habrá lugar para los traductores"


El traductor técnico, científico y literario Nicolás Delucchi, se refiere en esta entrevista exclusiva para Contacto a la traducción asistida, al trabajo vinculado con los cómics y videojuegos, y a su experiencia –como traductor y docente- con Trados. Además, cita la frase de Homero Expósito “vivir es cambiar” para felicitar a todos los colegas en su día.

— ¿Hace cuánto tiempo que trabaja con Trados? ¿Cómo era traducir antes de poder acceder a este programa?
— Cuando entré al mercado laboral en el 2001, todavía no utilizaba Trados; pero ya venía experimentando –inclusive antes de recibirme- con programas de terminología y glosarios en bases de datos. Antes del 2002 ya estaba trabajando con una colega para un par de agencias que utilizaban SDLX, así que casi desde el principio utilicé CAT Tools. Inclusive para varios proyectos que no lo requerían, incorporé a mi mecanismo de trabajo el uso de memorias de traducción. Recién un par de años después, allá por 2005, empecé a utilizar Trados con más frecuencia y hoy en día es la herramienta que más uso. En lo que se refiere a traducción técnica y científica, casi se podría decir que no tuve un antes y un después, sino que siempre me manejé con este tipo de programas. Por supuesto, para la traducción literaria sigo sin usar Trados.

— ¿Considera que la mayoría de los traductores conoce en detalle las herramientas y aplicaciones de Trados? ¿Cuál es su experiencia al respecto en los cursos que dicta sobre el tema?
En general, veo que mucha gente no sabe aprovechar bien la herramienta. En su mayoría son profesionales que necesitaron en algún momento aprender rápido a utilizarla y no tuvieron el tiempo o la inquietud de ver su funcionamiento en detalle. Como las propias agencias de traducción muchas veces no aprovechan todas las capacidades, muchos profesionales no aprenden a usar Trados al 100% porque "no necesitan saber eso". Los principales problemas que veo surgen de una mala planificación del trabajo, que a su vez viene de no entender bien qué función cumple cada componente. A menudo las memorias tienen problemas de incoherencia que se podrían haber salvado en el proceso de revisión y actualización. Algo que me sorprende es que muy pocos utilizan el módulo de terminología MultiTerm, que es una herramienta increíblemente útil para trabajar con glosarios nuevos, extensos o muy distintos a los que estamos acostumbrados. La realidad es que pese a trabajar con memorias, el buen manejo de la terminología sigue siendo esencial. También me ha tocado conocer a mucha gente que “aprendió mal” a usar Trados. Es por eso que mis cursos siempre empiezan desde el principio. Muchas veces tengo que “desprogramar" a los alumnos antes de enseñar. Y por eso me concentro tanto en los mecanismos de trabajo. No se puede aprender una herramienta si no se conoce el contexto en el que se trabaja y si no se practica con ella.

— ¿Qué le faltaría a Trados para ser más efectivo aún? ¿Considera que deberían modificarse los valores para el usuario y, de esta manera, desterrar la piratería?
— Creo que Trados debería terminar de fusionarse con SDLX, o tomar más cosas de este programa. Por ejemplo, la auto-propagación (reemplazar automáticamente las coincidencias al 100% mientras escribe), codificación de color para identificar niveles de coincidencia (que no se limite al color de las letras), guardar las memorias en un solo archivo, incorporar un sistema más sencillo para cambiar idiomas y variantes, permitir el trabajo con más de una memoria a la vez. También creo que la compañía que lo vende y distribuye debería imitar a otras compañías y ofrecer un precio más reducido para los traductores que no manejamos tarifas en euros o dólares y volver a ofrecer el soporte al cliente gratuito, en vez de cobrarlo como un servicio adicional.
Y, ya como una cuestión de gusto personal, me encantaría que resolvieran los errores de traducción que se ven a lo largo del programa. Sin ánimo de sonar pedante, causa un poco de incomodidad ver que un programa tenga una interfaz de usuario con incoherencias en la elección de términos o malas elecciones léxicas cuando se usa especialmente para evitar ese tipo de problemas.

— ¿Considera que la traducción automática podrá igualar la calidad de la traducción asistida?
Jamás. No se puede programar una computadora para que piense por sí sola, y mucho menos para que pueda sentir y detectar las sutilezas del lenguaje como lo puede hacer la mente humana. Ni siquiera con el cerebro positrónico que sugiere Asimov en sus textos de ciencia ficción pareciera capaz de hacerlo. Los sistemas de traducción asistida por computadora, tal como lo indica el nombre, ayudan al traductor para que pueda hacer su trabajo. Pero el traductor sigue siendo quien toma las decisiones. La traducción automática siempre podrá tratar de aproximarse al sentido de un texto, pero el margen de error y la falta de sensibilidad poética nunca dará un resultado totalmente aceptable. Así como no podemos crear máquinas artistas, no podemos crear máquinas traductoras. Cuando se ve que las principales compañías de tecnología recurren a agencias de traducción que trabajan con CAT Tools para traducir sus productos y no a la traducción automática, se ve una tendencia muy clara.

— ¿Cómo imagina el futuro de la traducción y de los traductores?
Los traductores no nos vamos a extinguir, como piensan algunos. Creo que en el futuro seguiremos incorporando herramientas para ayudarnos a hacer nuestro trabajo cada vez mejor. Pasó en el siglo pasado con las máquinas de escribir, luego las computadoras. Con el tiempo se popularizó Internet y hoy las nuevas divas son las herramientas de traducción asistida. ¿Qué sigue? Las computadoras portátiles están empezando a ganar terreno. Tal vez los sistemas de reconocimiento de voz mejorados nos permitan agilizar el trabajo muy pronto (por el momento, me quedo con mi teclado ergonómico). Del mismo modo, los clientes nos irán exigiendo que estemos familiarizados con más herramientas, a la par que los no profesionales también las incorporen dentro de su rutina diaria. Además, imagino que con la creación de nuevos medios y nuevos sistemas de comunicación y entretenimiento, se irán creando nuevos "nichos" y especializaciones para los traductores. Puedo imaginar el trabajo de traductores e intérpretes en redes sociales y comunidades virtuales en un futuro no tan lejano. Se habla mucho de la nueva era de la información y de la globalización y donde hay comunicación, siempre habrá lugar para los traductores.

— Usted realizó la traducción de cómics, de videojuegos y de guiones televisivos y cinematográficos. ¿Cómo desarrolló esos procesos de trabajo y con qué dificultades se encontró?
Cada uno de esos géneros tiene sus particularidades, sus desafíos y sus pequeñas satisfacciones. En primer lugar tengo la suerte (y el orgullo, tal vez) de ser un “nerd”. Siempre me pareció curioso que no tengamos un término propio en español rioplatense, pero veo que generalmente se toma prestado término español friki. Al ser videojugador y lector compulsivo de cómics (un promedio de 50 al mes), tengo un conocimiento bastante amplio de estos medios. Aunque suene extraño decirlo, sigue siendo una suerte de "competencia cultural". Hubo por lo menos tres agencias que, al enterarse de que tenía estos intereses y hobbies, me tuvieron en cuenta para los proyectos. Si un traductor tiene que conocer la disciplina y el público al que está dirigido el material, ¿qué mejor que una persona que consume esos productos? La traducción de videojuegos tiene, por ejemplo, el área técnica específica que se refiere a los mecanismos específicos para cada género. Aquí se ven conceptos como barras de energía y de poder en juegos de lucha, las categorías y niveles de los juegos de rol, o el concepto de salvar y cargar partidas. También están las descripciones para el manejo del juego ("mantenga presionado L1, gire el mando un medio círculo en el sentido de las agujas del reloj y luego presione el botón X”). Pero también los juegos incluyen un aspecto literario importante en cuanto a la historia que se va desarrollando. Y aquí puede tratarse de casi cualquier cosa: universos medievales fantásticos, descripciones del armamento utilizado en la Segunda Guerra Mundial, o incluso la política y sistemas económicos de razas alienígenas. Hoy en día, hay juegos que tienen un nivel de producción que supera una película de Hollywood, que además se extienden a lo largo de más de 40 horas de juego. Son horas y horas de diálogo, narración y descripciones. No estamos hablando del viejo y querido Pac-man, ni de un Arcade clásico, por supuesto. Para poder encarar los proyectos de traducción de videojuegos tuve que aprovechar todo lo que me enseñaron mis profesoras de traducción técnica y literaria y mis colegas. Encaré el aspecto técnico como si se tratara de un manual, pero con un grado de formalidad menor (pensando en el jugador promedio) y los diálogos del juego como si fuera una obra literaria. Al tener que hacer la traducción para Latinoamérica, tuve que recurrir a modismos mexicanos para los niveles de lengua muy bajos (según indicación del cliente o la agencia), adapté juegos de palabras y tuve que neutralizar muchísimas cosas. Cualquier traductor que quiera especializarse en esto deberá, indefectiblemente, jugar videojuegos. Si bien no es imposible, es muy difícil entender la mayoría de estos conceptos si no se juega. Internet también ofrece foros hechos por y para gamers, en los que se puede conseguir mucha información. Por supuesto, las compañías de videojuegos como Nintendo tienen sus páginas oficiales con mucha información útil. En la traducción de cómics al español, el principal desafío es resumir el texto para que se pueda ajustar al espacio, muchas veces escaso, de los globos y recuadros de diálogo. Además, el cómic en general es la mayor adaptación escrita del diálogo coloquial, así que siempre presenta problemas cuando se pretende publicarlo para Latinoamérica. Lo ideal sería traducir al español rioplatense, pero no siempre es una opción. En mi caso, siempre traduje guiones de cómics para los dibujantes de habla hispana, que no iban a ser publicados. Pero siempre aprovecho el ejercicio para trabajar y adaptar los juegos de palabras, en parte por capricho y en parte para que los dibujantes pudieran sentir el texto como algo más natural. Para esto también tuve que aprender muchos términos específicos de la profesión para poder transmitir las indicaciones del autor. En algunos casos, resuelvo problemas de cápsulas culturales u objetos muy específicos, con imágenes adjuntas al guión en forma de comentarios. También traduje al inglés algunos guiones de autores argentinos para presentar en editoriales extranjeras. En estos casos, siempre elegí el inglés estadounidense para los diálogos, porque creo que es el más difundido. Aunque la editorial fuera europea, creo que el nivel de penetración cultural hace que los modismos suenen más "naturales". Creo que la traducción inversa simplifica al momento de mantener los diálogos cortos, pero dificulta la tarea al momento de encontrar coloquialismos que no estén tan desactualizados. Para cualquiera que quiera aprender sobre el mundo del cómic, recomiendo el libro Understanding comics de Scott McCloud (en España se publicó con el ¿cuestionable? nombre Cómo se hace un cómic). Pero, por supuesto, también considero que los traductores deben vencer el prejuicio que muchos argentinos tienen y leer cómics. Un traductor de inglés que no haya leído a Will Eisner, Jack Kirby, Stan Lee, Neil Gaiman o tantos otros, está negando una parte muy importante de la cultura norteamericana y europea. No alcanza con leer las tiras del diario para conocer a fondo el género. Las veces que trabajé haciendo subtítulos también tuve dificultades con el límite de caracteres. Pero creo que los problemas más importantes surgían de las pautas de estilo del cliente, que solía pedir que los traductores "neutralizáramos" la mayoría de los diálogos. Hoy en día también hago el proceso de “pegar” los subtítulos en archivos de video digital. Para esto tuve que aprender a usar herramientas específicas y de vez en cuando tengo que resolver problemas de formato, pero esto tiene más que ver con el diseño que con la traducción en sí.

— En el ámbito de la traducción literaria, ¿considera que el traductor reescribe la obra?
— Depende de qué entienda uno por “reescribir”. Uno no está escribiendo desde cero, no está creando algo completamente nuevo y, por lo tanto, no pasa por el mismo proceso que el autor de la obra. Pero se necesita un nivel importante de sensibilidad literaria para entender, procesar y retransmitir el texto, más allá del conocimiento de ambos idiomas. Ahí es donde el traductor se convierte en escritor y escribe la “versión en otro idioma” de una producción literaria. Definitivamente no es lo mismo que una traducción técnica, que se compone básicamente de hechos y datos concretos. Para la traducción literaria, un buen traductor se debe convertir en escritor. Con esto no pretendo quitarle mérito ni al traductor ni al autor, simplemente separar las aguas. Pero si tenemos en cuenta la distinción en el rol y el trabajo de cada uno, sí puedo decir con total seguridad que el traductor reescribe la obra.

— Usted trabajó para empresas muy poderosas, como Kodak, Toyota, McDonald´s, Sony y Philips, entre otras. Respecto de otras compañías, organismos, instituciones o particulares, ¿le resultó más fácil o más difícil acordar las características laborales, los tiempos de entrega y la remuneración?
— En todos esos casos, siempre trabajé a través de agencias de traducción, así que las condiciones de trabajo y la remuneración ya estaban pautadas de antemano. Cualquier calificación que yo diera en estos aspectos tendría más que ver con la agencia que con la empresa en sí. No obstante, en la comunicación con los coordinadores de proyecto, ellos siempre me transmitieron que no era complicado negociar las pautas del trabajo con ninguna de estas empresas. Claro que se resolvían los plazos de entrega repartiendo el proyecto entre más traductores. Lo que me sorprendió es que algunas de estas empresas tenían un muy buen manejo de la terminología y las herramientas que utilizábamos. Por ejemplo, para un proyecto de McDonald's nos facilitaron una guía de estilo muy completa con la explicación detallada de qué entendían por "español de Latinoamérica" y "español de Estados Unidos". Todas las memorias y el material final pasaban por un proceso de “control de calidad” por un representante de la compañía. Las veces que señalé dificultades en el planeamiento de algún proyecto o errores que figuraban en las memorias de traducción, siempre tuve una reacción favorable y me dieron bastante libertad para manejarme. Por supuesto, siempre hubo alguna diferencia de criterios, pero nada que fuera realmente insalvable.

— ¿Qué es lo más importante que aprendió en el ejercicio de la docencia? ¿Qué es lo más valioso que pudo enseñar o transmitir?
Todavía siento que estoy aprendiendo mucho en cuanto a la docencia, en su mayor parte gracias a mis colegas, que me apoyan y me ayudan en todo. Siempre considero que soy traductor en primer lugar y docente en segundo lugar. De mis colegas traductoras y docentes a la vez aprendí mucho sobre cómo combinar ambas cosas y bajar los contenidos a la realidad concreta de la profesión. Por supuesto, tampoco puedo dejar de mencionar que tengo familiares docentes de los cuales también aprendí muchas cosas, especialmente en cuanto a la didáctica y el armado de clases. Cuando un alumno entiende lo útil que es el conocimiento que uno transmite y que le va a servir en el futuro, el resto se hace mucho más sencillo. Creo que lo más valioso que le puedo transmitir es la inquietud para aprender más, a vencer el miedo frente a la computadora. Cuando se me acercan ex alumnos/as a contarme que ahora se animan a hacer más cosas, que ya no dependen de su pareja/hijos/hermanos para hacer algunas cosas, que pueden aprovechar mejor el tiempo de trabajo, me hace sentir muy bien. Siento que estoy devolviendo a mi manera lo que tanta gente me dio a mí.

— ¿Cuál es el mensaje que le gustaría compartir con sus colegas en el Día del Traductor?
— Como dijo Homero Expósito: "vivir es cambiar". Nuestra profesión cambia constantemente y nosotros cambiamos con ella. Está en nosotros encontrar nuestro lugar y hacer valer nuestro trabajo. Amíguense con sus cachivaches. No los vean como un mal necesario, véanlos como un ayudante un tanto bobo, al que hay que decirle lo que tiene que hacer. El pánico nunca arregla nada. Les deseo que encuentren la forma de disfrutar su profesión tanto como lo hago yo. ¡Y a todos los traductores y traductoras, feliz día!