sábado, 14 de febrero de 2009

“Creo que es fundamental educar a los clientes”


La Traductora técnico-científica y literaria Gabriela Geminiani, se refiere en la presente entrevista a los avances tecnológicos, a los recursos y herramientas, y a las reivindicaciones profesionales aún pendientes. Junto con la Traductora pública Carina Franzoni, dirige la empresa Traducilo.com.

— ¿Cuándo y por qué decidió ser traductora?
— Decidí ser traductora cuando estaba terminando la escuela secundaria. Quería estudiar de todo un poco y me interesaban muchas carreras diferentes (farmacia, Letras, administración) pero mi corazoncito siempre volvía a las Letras, la literatura, los idiomas. Además había estudiado en un colegio bilingüe y siempre me gustó escribir. Mi idea inicial era cursar el Traductorado de inglés y después, seguir estudiando otra carrera. Creo que me enamoré de la traducción en medio de los estudios, y descubrí un mundo mucho más amplio del que me había imaginado, ya que en esta profesión aprendemos de todo un poco todo el tiempo y estudiamos de todo un poco. Mi ambición de estudiar otra carrera está en la lista de pendientes, pero si un día tengo la oportunidad, sin dudas, será algo vinculado a la traducción.

— ¿Cuál fue el primer trabajo de traducción que hizo?
— Mientras cursaba mis estudios de traducción, un vecino me pidió que le tradujera el folleto de un ecosonar. Fue difícil hacer el trabajo; no porque el texto fuera complicado, sino por el estrés que me generó realizar mi primer trabajo oficial. Reescribí el texto varias veces para que quedara “lindo” y no tuviera errores de tipeo. En esa época, no había computadoras ni escáner; todo era más artesanal. Perdí mucho tiempo en la edición de los gráficos y creo que perdí plata con la cantidad de fotocopias que saqué. En ese momento, pensaba que por haber comprado una máquina de escribir electrónica, de esas que guardan la última frase en la memoria, ya tenía toda la tecnología necesaria. ¡Qué ilusa!

— ¿Cómo era ejercer la profesión antes de que existiera Trados y las diversas herramientas tecnológicas que conocemos actualmente?
— Como te contaba en la respuesta anterior, era todo muy artesanal. Había que salir del escritorio para ir a la biblioteca; llamar por teléfono a mucha más gente de lo que hacemos ahora para confirmar el vocabulario específico; los tiempos y los costos eran otros. Durante dos años trabajé en una empresa que contaba con mucho material de referencia a mi disposición y muchos ingenieros que me ayudaban a comprender el texto. Era como un paraíso de trabajo y aprendí mucho.
Cuando descubrí Internet en 1996, parecía algo mágico: los archivos llegaban y se iban en segundos. Se acababa el correo privado para enviar los originales o las fotocopias borrosas que llegaban por fax. ¡Parece increíble que trabajáramos así y no fue hace tanto tiempo! Descubrimos Trados al año siguiente; después de participar en un proyecto enorme. Compramos el software siguiendo nuestros instintos y no nos equivocamos, pero tuvimos nuestras serias dudas cuando recibimos la caja llena de manuales y tres dongles y ningún colega sabía de qué estábamos hablando. Las funcionalidades de estos programas eran mucho más limitadas al principio y ni hablar de las computadoras, impresoras, etc. Me voy a sentir vieja hablando de esto.

— ¿Qué es lo que todavía no se inventó y sería necesario que existiera para optimizar el proceso de trabajo de los traductores?
— No se me ocurre en este momento algún invento maravilloso. Hay muchas herramientas a disposición de los traductores y aunque duela confesarlo, hay mucha gente que no las aprovecha. Me conformaría con tener el tiempo y los recursos para estar siempre a la vanguardia…

— ¿Cómo se conocieron con Carina Franzoni y por qué decidieron trabajar juntas?
— Es una historia muy graciosa. Yo estaba trabajando en una empresa japonesa y era la única traductora. Estábamos teniendo mucho trabajo y la empresa buscaba otra persona para que se sumara al equipo de trabajo. A pesar de tener muy poca experiencia, mi jefe me pidió que buscara un texto para que las candidatas tradujeran a modo de prueba como parte del proceso de selección. Después me pidió que corrigiera las evaluaciones y Carina era una de las postulantes. Corregí su prueba y la sugerí; fuimos colegas de trabajo y después amigas. Nos dimos cuenta de que teníamos muchos proyectos, sueños y ambiciones similares; además de tener un carácter muy parecido.

— Antes de fundar Traducilo.com, fueron directoras de Nexo – Servicios de Traducción SH; ¿de qué manera se gestaron ambos emprendimientos?
Traducilo.com fue la continuación de Nexo - Servicios de Traducción SH. Éramos tres socias cuando fundamos Nexo. Teníamos poca experiencia, pero muchas ganas de progresar y de trabajar en serio. Fueron tiempos difíciles; trabajamos mucho, nos caíamos y nos levantábamos, mejoramos, crecimos pero después la vida nos fue llevando por diferentes caminos. Para tener una sociedad se necesita mucho más que ser amigos. Además de las fricciones dentro de toda asociación, compatibilizar lo que soñamos y sabemos hacer con la vida real es un desafío. Personalmente, esos años tuve que enfrentar muchos cambios pero nunca dejé de traducir; quizás la traducción haya sido el gran ancla en mi vida; el resto cambió todo. Siempre hablamos de la profesión como un hecho aislado o desvinculado de la realidad. Sin embargo, creo que son pocas las personas que consiguen eso. Hay otros factores que nos afectan en las decisiones que tomamos, los trabajos que hacemos, cómo los hacemos, cuándo los hacemos. Ser "bueno" en ese complejo ambiente es todo un desafío. No sólo en la traducción, sino en cualquier profesión o trabajo que se elija. No nos olvidemos también que la realidad que vivimos los argentinos es otro factor de estrés. Sobrevivimos a las crisis, los cacelorazos, los cortes de luz, las huelgas…
En el año 2003, una de las socias decidió alejarse y tuvimos que empezar de cero; literalmente. Claro que el proceso de desarrollo y puesta en marcha fue mucho más rápido; habíamos aprendido bastante de los errores del pasado, como administradoras y como personas.

— Teniendo en cuenta que Traducilo.com es una empresa en constante crecimiento, ¿qué balance hace de 2008 y cuáles son los principales objetivos para 2009?
— El 2008 fue un año sorprendente; no sólo por el volumen de trabajo, sino por el tipo de proyectos que se plantearon, la forma de trabajo, las herramientas. El 2009 nos encontrará llenos de ideas y de ganas de hacer cosas; esperemos que el contexto internacional nos ayude.

— ¿Cómo surgió la idea de hacer la publicación mensual Contacto?
— Teníamos la idea hace mucho tiempo. Queríamos acercarnos a los traductores y brindar un servicio adicional que nos diferenciara de otras agencias. El proyecto es mucho más ambicioso de lo que hemos logrado hasta el momento, pero vamos por buen camino.

— ¿Cuáles son las reivindicaciones primordiales que deberían obtenerse a favor de los traductores?
— Reconozco que hemos ganado mucho en este terreno pero que todavía hay mucho por hacer. Por un lado, la compensación económica es un tema pendiente. La globalización nos ha permitido llegar muy lejos, pero también nos ha “robado” un poco nuestro valor, sobre todo en tiempos de crisis. Este tema se ha hablado muchas veces en los foros y portales de traductores, pero ante la necesidad, los traductores hemos rifado nuestros honorarios con tal de conseguir un cliente y eso nos ha perjudicado a todos. Con frecuencia, recibimos mensajes de potenciales clientes que sólo buscan el mejor precio; no importan la experiencia ni los antecedentes, ni el registro o el origen del traductor: todo se decide por el precio más bajo y el menor plazo. Después vienen los dolores de cabeza, pero ya es demasiado tarde.
Creo que es fundamental educar a los clientes. Explicar por qué necesitamos tiempo, cómo es nuestra forma de trabajo, qué diferencia una traducción profesional de una que no lo es, el valor de un corrector. Insisto: la globalización nos abrió muchas puertas, pero también nos ha llevado a un ritmo de trabajo vertiginoso y despiadado; todo es urgente, todo es para ayer. Cuesta mucho dejar partir a un cliente, pero pensemos en que no sirve de mucho trabajar para alguien que no nos respeta o nos va a cambiar por otro traductor que le cobre más barato en cualquier momento.

— Usted le dedica muchas horas de cada día a realizar un intenso trabajo; ¿qué es lo que elige hacer cuando dispone de tiempo libre?
— Tiempo libre es una expresión un poco relativa hoy en día para muchos de los traductores que conozco. Personalmente, tengo dos hijos (de 11 y 8 años) y estoy esperando el tercero, así que cuando no estoy trabajando, mi familia es mi gran centro de atención, pero en los huequitos que uno se va haciendo en medio de la rutina impredecible de la vida de un traductor, aprovecho para leer, hacer gimnasia, comunicarme con mis amigos o ir al cine. El trabajo del traductor es bastante solitario y creo que es muy importante que podamos salir de la computadora y nutrirnos con experiencias personales enriquecedoras que nos permitan ser mejores profesionales cuando volvamos a sentarnos a trabajar.

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