sábado, 14 de febrero de 2009

“Las herramientas tecnológicas jamás reemplazarán al traductor”

Alicia María Zorrilla -Presidenta y Directora Académica de la Fundación Instituto Superior de Estudios Lingüísticos y Literarios Litterae (www.fundlitterae.org.ar)- es Doctora en Letras, Licenciada en Filosofía y Letras, Miembro de Número de la Academia Argentina de Letras, autora, catedrática, docente e investigadora, de gran prestigio y reconocimiento tanto en la Argentina como en el exterior.
En una entrevista exclusiva realizada por la editora de Contacto, la Dra. Zorrilla señala que “por la palabra, traducimos nuestra alma y recibimos la de los demás”.


— ¿Cuáles son los mayores logros que ha tenido la Fundación Litterae en estos veinte años?
— Uno de los mayores logros consiste en poder formar a los demás, poder servirlos con nuestros conocimientos. Trabajamos fuertemente para ello. Ningún hacer es estéril cuando se obra con la verdad. El otro, en conocer a tantas personas que confían en nosotros y se inscriben en nuestros cursos y en nuestra carrera, pues demuestran que, a pesar de ser profesionales, pueden seguir estudiando por vocación. Como bien decía la escritora mexicana sor Juana Inés de la Cruz, sólo cansa el saber por oficio. Y éste no lo es; sin duda, quieren saber por voluntad y por amor. Cuando se entiende que las palabras son dones sagrados que nos hacen hombres, nos consagramos a ellas sin medir el tiempo. Y así lo vivimos con nuestros alumnos. El aprendizaje es continuo; las enseñanzas, mutuas; y su sabiduría reside en que no se cansan de preguntar. Llegan cautivos de las dudas, pero no se rinden. Su objetivo es liberarse de la mediocridad de expresarse mal.

— Usted ha mencionado en diversas oportunidades la necesidad de fundar una ética del lenguaje. ¿Cómo influyen en este aspecto los medios de comunicación, que -en general- no se destacan por el cuidado del idioma?
— El día en que los medios de comunicación entiendan que su labor es docente y que deben poner atención en cómo comunican los mensajes, los que escuchamos radio y televisión, o leemos diarios y revistas nos sentiremos respetados. El respeto es un bien moral. Hablar y escribir bien son buenos compañeros de camino; no vive uno sin el otro; no puede vivir uno sin el otro. Ser versados en el error significa conformarse con ser mediocres. De cualquier modo, debo decir que algunos medios de comunicación se interesan por el buen uso del idioma. También deberían cuidarse los mensajes que aparecen en las páginas electrónicas. No hace mucho leí en una de ellas: «Vendo: Traductoras portugués, inglés y alemán para español y español para portugués». Así expresada, esta oración puede tener más de un significado. Los comentarios sobran.

—¿Considera que el sentido profundo de los términos se puede encontrar en la etimología?
— La verdad de cada palabra está en su etimología. El vocablo científico «clon» proviene del griego y denota ‘retoño’; «hermano» proviene del latín germanus, y esta voz, de germen, ‘vástago, renuevo’. El verbo «insistir» significa ‘detenerse en’. El sustantivo «marfil» proviene del árabe y significa ‘hueso de elefante’. Desde mi punto de vista, la etimología es la poesía de las palabras, el umbral de su encantamiento.

— Usted suele postular referencias religiosas cuando habla de su tarea. ¿Le atribuye un carácter sagrado a la palabra?
— Por supuesto. «Palabra» proviene del griego parábola, ‘comparación’. Cristo se expresaba mediante parábolas. Lo sagrado de la palabra reside en que es digna de respeto, y respeto es consideración, cuidado. Por la palabra, traducimos nuestra alma y recibimos la de los demás. Por la palabra, compartimos la vida.

—¿Cuál ha sido su mayor aporte desde que fue designada como miembro de la Academia Argentina de Letras?
— No dejar de trabajar un solo día, y estudiar siempre. Además, formo parte de la comisión interacadémica para la preparación de la Nueva gramática de la lengua española, que se publicará en 2009, con colegas que representan a otras Academias hispanoamericanas y a la Real Academia Española, y, desde el 26 de abril de 2007, desempeño el cargo de Secretaria general de la Corporación, es decir, formo parte de su Mesa Directiva.

— Después de haber estudiado tanto la obra de Jorge Luis Borges, ¿qué es lo que sigue descubriendo en sus libros?
— Sigo confirmando lo que nuestro escritor siempre decía: tanto el libro como la arena son infinitos. A Borges no se lo puede leer una vez, y cada lectura nos entrega nuevos significados y nos regala el inmenso placer de pensar. El contenido de cada uno de sus libros es infinito. Más aún, descubrí que detrás de todos sus libros se escondía otro que él hubiera querido escribir y publicar: el de sus sentencias. Recuerdo ésta: «Cada hombre tiene su cara única, y con él mueren miles de circunstancias, miles de recuerdos». ¿Habrá muerto sin darse cuenta de que, en realidad, lo había escrito?

— ¿Actualmente coordina equipos de investigación? ¿Acerca de qué temas?
— Con un equipo de traductores y licenciados en Letras, coordino la composición de un Diccionario sintáctico del español de la Argentina y, con un equipo de correctores, la del Diccionario de errores de la prensa argentina.

— ¿Considera que el trabajo de los traductores está suficientemente reconocido?
— Los traductores argentinos tienen gran prestigio en el mundo. Sus pares los elogian mucho. Creo que, en nuestro país, se los respeta intelectualmente, pero no siempre se comprende la dimensión de su trabajo para el que no son suficientes los diccionarios. Trato de apoyarlos siempre para que se dignifique su profesión.

— ¿Cómo imagina el futuro de los traductores, en relación con las herramientas tecnológicas?
— Las herramientas tecnológicas jamás reemplazarán al traductor. Son sólo herramientas, es decir, cosas. La traducción propiamente dicha requiere hasta el ritmo de la sangre. Sin pasión, sin conocimientos, sin tradición, sin entrega humana no hay traducción auténtica, porque la traducción es un arte, y, para que lo sea, Dios le ha revelado al hombre la belleza.

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