sábado, 14 de febrero de 2009

“Nuestra profesión todavía tiene un escaso reconocimiento”

Lourdes Arencibia Rodríguez es fundadora y Profesora titular adjunta de la Facultad de Lenguas Extranjeras de la Universidad de La Habana, Cuba. Además, ejerce como docente de Interpretación/Traducción en varias universidades internacionales, y es invitada para dar clases desde hace diez años por el Instituto de Lenguas Modernas y Traductores de la Universidad Complutense de Madrid, España. Además, recibió varios premios nacionales e internacionales de Traducción.
Actualmente se desempeña como Presidenta de la Sección de Traducción Literaria de la Asociación de Escritores de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), que organiza el Simposio de Traducción Literaria y el Premio de Traducción Literaria.
Lourdes Arencibia Rodríguez fue entrevistada en exclusiva por la editora de Contacto, para hablar de la profesión y, especialmente, de la traducción literaria.

- ¿Con qué idiomas trabaja como intérprete y traductora?
- Como intérprete, trabajo del francés y del inglés al español. Si bien como profesora sostengo el criterio de que la interpretación debe hacerse sobre todo de la o las lenguas extranjeras a la materna, por razones estrictamente de necesidad en la demanda, suelo trabajar del español al francés. Como traductora, trabajo del francés, italiano, portugués e inglés al español. Ocasionalmente, hago también a regañadientes, la traducción al francés.

- ¿Cómo es el proceso al traducir una obra literaria?
- Depende mucho del género, toda vez que no es lo mismo abordar la narrativa, el ensayo o la prosa poética que la poesía. Trato de situarme en el estilo del autor, conocer lo más que puedo de su obra, de su época, del ambiente, y el lenguaje de la novela o de la narrativa. En el caso de la poesía decido si utilizaré la rima o el verso libre. Trato de reproducir las texturas profundas y las de superficie, mantener la música, el tono. Trato de negociar con quien me encarga la traducción el máximo de tiempo para poder apropiarme lo más posible de la obra que voy a abordar; trato de persuadirle de que en la traducción literaria, la prisa va siempre en detrimento del resultado. Hago toda la investigación que pueda sobre las equivalencias más acertadas, sobre los problemas de interculturalidad, me acerco al estilo de la editorial para la que trabajo en un espíritu de avenencia entre sus requerimientos y mis criterios. Si puedo y mi autor está vivo, trato de contactarlo y trabajar con él. Trato de lograr un equilibrio racional entre la utilización de localismos imprescindibles para respetar al autor lo más posible y evitar el abuso innecesario de expresiones y usos de difícil acceso a otros lectores hispanohablantes, pero cuidando de que mi propuesta no resulte un español neutro y artificial carente de vida, de realidad y de color. Creo que este es el mayor reto que enfrentan los traductores latinoamericanos, habida cuenta de la legitimidad por un lado y de la variedad dialectal por otro del llamado español “americano”, en comparación con el castellano “ibérico”. No es un equilibrio en lo absoluto fácil de lograr, y menos fácil todavía de que otros lo acepten.

- ¿Cuáles son los obstáculos o dificultades más frecuentes en el desarrollo de su tarea?
- El escaso reconocimiento que todavía tiene la profesión y el desconocimiento que aún persiste entre las personas que la juzgan. Tampoco está valorada ni pagada en consonancia con los conocimientos que debe tener un buen traductor para realizar su tarea con profesionalismo.

- ¿Cuál fue la mejor traducción literaria que hizo y por qué?
- La traducción del Cahier d'un retour au pays natal, de Aimé Césaire, tanto por las dificultades del poema como por la talla del autor. También me gusta bastante la traducción de Eloges, de Saint John Perse y la de algunas novelas brasileñas.

- ¿Cuáles fueron, a su juicio, las ponencias más novedosas y significativas del IX Simposio de Traducción Literaria 2007?
- El Simposio abordó un abanico muy amplio de temas y no sería posible establecer comparaciones. El taller de poesía que animó el profesor Andrés Erenhaus, sobre la traducción de un Soneto de Shakespeare, se destacó por su novedad y por la entusiasta participación de todos los asistentes.

- ¿Hace cuanto tiempo que se otorga el Premio de Traducción Literaria “José Rodriguez Feo”? ¿Cuáles son las expectativas para la edición de este año?
- Este Premio se otorga cada dos años, desde hace dieciocho años. Casi siempre se ha destacado por la calidad de las obras presentadas, lo cual hace bastante ardua la tarea de los jurados y esperamos que en esta nueva edición a realizarse en 2008 se mantenga esa tradición.

- ¿Qué es lo mejor que le ocurrió como traductora?
- Este quehacer está lleno de buenos momentos y de grandes sustos y retos, pero recuerdo siempre con particular emoción cuando recibí la distinción “Por la Cultura Nacional” de manos del Ministro de Cultura de Cuba. No por mí, ni por un sentimiento individual, sino porque la considero una distinción de reconocimiento a la labor del traductor cubano como un creador que aporta a la cultura de su país en un mismo pie de igualdad que otros creadores. También fue para mí un momento de particular emoción la primera vez que me paré frente a los alumnos a enseñarles interpretación, con la esperanza de que esta profesión llegara a ser para ellos lo que ha sido y es para mí.

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